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Espiritualidad para el Buen Vivir

Por fin ha llegado el momento de meterle el diente (mejor el corazón) a un tema que lleva rondando mis sentipensamientos sobre el Buen Vivir y es la poca conexión con los temas espirituales que se observa en los artículos y publicaciones del tema. Es como si al entrar en el ámbito de la política o la academia, el Sumak Kawsay hubiera perdido su esencia filosófica, existencial y sobretodo espiritual, dejando de lado la fuente que nutre esta propuesta de vida.

Como lo he aprendido, caminado y vivido, sin espiritualidad no es posible la Vida Plena. Así de claro, así de simple y también así de complejo. Y es que, cuando el Buen Vivir se deslinda de aquello que nos permite conectar con lo que SOMOS los seres humanos -con el ánima, alma, inconsciente, subconsciente, corazón o espíritu (el nombre que te resuene según tus creencias)-, se pierde su esencia existencial. El Sumak Kawsay se vuelve como el café descafeinado, como los sustitutos discursivos de mundos que imaginamos desde la razón pero que carecen de corazón!

Sencillamente deja de ser Buen Vivir para convertirse en recetas similares a las del Banco Mundial, el FMI o cualquier propuesta desarrollista que, como ya vimos en el caso ecuatoriano (véase capítulo 4 de mi tesis doctoral) se queda como un slogan publicitario que vende un producto más. Consume el Buen Vivir sin mirarte hacia dentro, sin conectar con la naturaleza, sin verte en común unidad, sin consciencia de que eres parte de un todo y de nada, que eres creador/a y responsable de la realidad que vives.

Porque la espiritualidad es la que nos permite ser conscientes de lo que SOMOS, del corazón que palpita en nuestro ser y que nos conecta con el latir de la pachamama, que nos permite recibir la energía cósmica del pachatata, de ser puentes en el aquí y ahora (kay pacha), del eterno presente que nos saca de la carrera del tiempo lineal para permitirnos conectar con eso que somos.

Podría escribir ríos de letras, tejer cientos de palabras e intentar transmitir miles de suspiros, pero hay cosas que no se leen, ni se dicen, sencillamente se sienten. Te invito a que cierres los ojos, inspires profunda y lentamente, retengas la respiración un instante, sueltes el aire que limpia tus pulmones… respira, lleva la mirada a tu interior, siente el corazón, respira… permite que el tiempo se pare, que el viento te roce, que el corazón se expanda, que el silencio abarque la mente, que las nubes de los pensamientos se alejen… SIENTE, SIENTETE, CONECTA CON TU SER…

…quizás esa quietud sea la clave para ir a nuestro corazón, desde allí podremos sentipensar qué es el Buen Vivir. Podremos quizás sentir a la madre tierra, sin discursos ni calificativos «animistas», sin juicios ni expectativas. Quizás podremos comprender que SOMOS parte de todo, que el planeta es nuestra casa grande, que las estrellas y el cielo traen mensajes de los ancestros y que esa consciencia es la que nos permite vivir en Común Unidad, practicando la reciprocidad.

La Común Unidad! otra clave esencial del Buen Vivir. El Ayllu, la pertenencia al colectivo humano y natural, a la familia pequeña y a la extensa. Esa característica de la especie humana, social por naturaleza, que parece hemos olvidado, cuando sin los demás no existimos!. Necesitamos aprender o recordar que escuchar a los otr@s es un gesto de amor, de respeto y de coherencia con el ser que nos habita, ese alejado del ego que necesita la permanente reafirmación del YO. La comunidad nos cobija, nos identifica, protege, define y si lo permitimos, nos cuida. Es curioso, porque hemos distorsionado la idea de comunidad, como si fuera la perdida de la intimidad o individualidad, cuando lo que hace es permitir que nos reconozcamos en los otr@s, aceptándoles como nos aceptamos nosotros. Dicen los herman@s en Centroamérica: yo soy tu y tu eres yo. Pues eso…

En ese intercambio de lo que SOMOS en consciencia, está la reciprocidad, el Ayni. El dar y recibir, y viceversa; el hoy por ti, mañana por mi, el agradecimiento, el aprender a recibir, a pedir, a dar con generosidad, sin limites ni exigencias, con amor y expansión, sabiendo que todo vuelve, como una ley cíclica del universo. La reciprocidad se expresa también con la naturaleza, con las ofrendas y los pagamentos que se realizan en los cambios de ciclos (solsticios y equinoccios), en los tiempos de siembra y cosecha, en la constante consciencia de estar presentes en el aquí y ahora.

La espiritualidad es la esencia del Buen Vivir, el alma del mensaje que los ancestros dejaron escrito en las nubes, en las piedras y en los corazones de cada uno de los seres que habitamos el planeta. Aunque el velo del olvido nublo nuestra memoria, ha llegado el momento de volver al origen para recordar quienes somos y así poder: ser estando y estar siendo, como dicen en los andes y en la selva. Lo demás mis amig@s, son solo palabras que se lleva el viento…

Abrazos familia, que el corazón ilumine nuestro caminar en estos tiempos sombríos. Feliz aquí y ahora, JALLALLA

Soy una investigadora social formada en la investigación acción participación, enfoque que impulsa la capacidad de transformación de las personas y los colectivos. Estudio y practico el Buen Vivir, elaboré mi tesis doctoral en Estudios sobre el Desarrollo sobre esta propuesta de cambio de paradigma de vida para la humanidad y nuestro amado planeta. Creo que es tiempo de cambiar los viejos esquemas que nos dividen y limitan como personas, sociedades y civilizaciones, ahora es el momento de ser mucho más que razón para empezar a vivir en armonía con los latidos del corazón, el de la tierra, el de cada persona y el del sol.

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2 thoughts on “Espiritualidad para el Buen Vivir

  1. Juan Casillas

    Hola Estimada Adriana, si me permites nombrarte así. Y ¿por qué me permito ese atrevimiento?, pues, sencillamente, porque cuando encuentras el eco, espejo o alma que nos refleja no solo nuestro sentipensar, sino junto a ello un largo y sinuoso caminar durante años, buscando y trabajando en la realización de ese «Que todos sean Uno…», en espacios, lugares, grupos y pueblos semejantes y habiendo adoptado consecuentemente esa metodología democrática de la investigación acción participativa surgida por ahí de los años 80’s en latinoamérica, pues confirmas que, en esencia, Somos Uno. Antes de ver este artículo, sincrónicamente, había abierto tu tesis doctoral y la he empezado a leer. Sabemos que, tal como lo describes muy acertada y elocuentemente en este artículo, el movimiento de Transición asociado a las aspiraciones de muchos jóvenes de la actualidad y a los miedos en general (incluyendo la desatada por la pandemia Covid 19), no puede escindirse de ese creernos y experimentarnos en ese espacio atemporal y más allá de las parcialidades con las que aún muchas personas se identifican. No basta saber de bioconstrucción, de agroecología, de diseño permacultural, o de sentirse identificado con cualquier ideología progresista o política de izquierda… La original acción transformadora es como aquella frase que leí grafiteada en alguna barda de algún pueblo de este México donde he nacido: «El primer territorito por liberar es la propia cabeza». Gracias Adriana por compartir-te

    1. admin

      Gracias a ti Juan por tus sabias palabras, así es, la libertad está en la mente y en el corazón, que juntos caminen en la sinfonía del todo que somos y del que hemos estado tan desconectados! Ahora es el espacio tiempo de volver a ser, para seguir siendo un SOMOS UNO con el latido del TODO.
      Te abrazo fuerte
      Adriana

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